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Interior de la catedral
La Catedral de la Sede de Santa María de la Asunción de Sevilla es la catedral gótica cristiana más grande del mundo. La UNESCO la declaró en 1987 Patrimonio de la Humanidad y el 25 de julio de 2010 bien de Valor Universal Excepcional. Es además desde 2007, uno de los 12 Tesoros de España.
El Cabildo Metropolitano ha sido el custodio durante los siete siglos de la historia de la catedral. Para ello mantiene la liturgia diaria, la celebración de las festividades del Corpus y de la Inmaculada y atiende la devoción a la Virgen de los Reyes. En este templo se encuentra el cuerpo del famoso navegante Cristóbal Colón y el del Rey Fernando III de Castilla (1199-1252), canonizado en 1671 como San Fernando, siendo papa Clemente X.


Su construcción se inició en 1401, sobre el solar que quedó tras la demolición de la antigua Mezquita Aljama de Sevilla. Uno de sus primeros maestros de obras fue Maese Carlín que procedente de Normandía (Francia) había trabajado previamente en otras grandes catedrales góticas europeas y llegó a España según se cree huyendo de la Guerra de los Cien Años. Los trabajos se prolongaron hasta el 10 de octubre de 1506. 

Ese día se procedió a la colocación de la piedra postrera en la parte más alta del cimborrio, con lo que simbólicamente la catedral quedó finalizada, aunque en realidad siguieron efectuándose trabajos de forma ininterrumpida a lo largo de los siglos, tanto para la decoración interior, como para añadir nuevas dependencias o consolidar y restaurar los desperfectos que sufrió el edificio como consecuencia del paso del tiempo, o circunstancias extraordinarias, entre las que cabe destacar el terremoto de Lisboa de 1755 que produjo únicamente daños menores a pesar de su intensidad. En estas obras intervinieron los arquitectos Diego de Riaño, Martín de Gainza y Asensio de Maeda. También en esta etapa Hernán Ruiz edificó el último cuerpo de la Giralda. La catedral y sus dependencias quedaron terminadas en 1593.

La última obra de importancia realizada tuvo lugar en el año 2008 y consistió en la sustitución de 576 sillares que conformaban uno de los grandiosos pilares que sustentan el templo, por nuevos bloques de piedra de características similares pero con mucha mayor resistencia. Este difícil trabajo fue posible gracias al empleo de novedosos sistemas tecnológicos que demostraron que el edificio sufría diariamente unas oscilaciones de tamaño de 2 cm como consecuencia de la dilatación de sus materiales.